EL TIEMPO

No hay principio, no hay fin en tu filosofía
solo existe vestigios del reloj, marcando los años
que consagra la verdad relativa, de mi vida.

Detesto y abrazo la real arena, de tu clepsidra
cuando caminas como caracol, en insoportables lapsos
y cuando caes hecho rayo, en mi instantánea fotografía.

La sonoridad del implacable cronometro, es subjetiva
empero todos conocemos el cruel látigo, de los minutos
del transcurso de las acciones, sin perdón en cada día.

Se finalizan los intervalos y se marchitan las gardenias
con las grietas de la despreciada era, de la senectud
al momento de romperse el espejo, cortando mi lozanía.

Agradezco al cronógrafo, por el sentido de las manecillas
jamás va ir al revés, siempre voy a florecer en madurez
porque el ciclo del dextrógiro, regala sabiduría.



LABERINTO

En un dédalo, de color marrón 
con espinas y ramas, apuntando
a los motivos, de mi confusión.

La impaciencia se tinta de gris
y mis pasos inquietos, se aceleran      
para encontrar la salida del sol.

Las marañas ocupan mi mente
el desasosiego dobla mis rodillas
y desciendo al suelo y frustración.

Es el caos, de la mortal existencia
cuando derramo pesadas medallas
en las encrucijadas, de mi camino.

Colapsado grito y espanto el barullo
de grescas paredes, que me rodean   
con el inquirido vislumbres, de la luz.