DESPRECIO

De su garganta se metaliza la espada
con un beso mudo, ella habla.

Mientras los cuervos con morbo se ensucian
ella es confundida con un adorno prostituto más
y cercenan la lozanía de su alma
para convertirla en el infectado reflejo
de los espectros de congoja en detrito y boñiga.

Y pregustas por qué no se ha hecho notar
sobre todo eso…
si, su faz es reencarnación de arcángel
y su tranco es “opulenciado” en sensualidad. 

Siente los colores de la perversa fiesta
ella se arrincona entre el convite
para no ser herida por la falsedad del parné
y encontrar una salvación obscura
donde llore sus zafiros devastados.

Cuando la merluza llegue a acabar
supurará la hipocresía en deyección  
ella, apurada del hueco debe escapar
portando los desdenes de fanfarrones
e implorando a una estrella rota
le permita crepitar para nunca ser olvidada.

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