Si
nuestra revolución implora una palabra
pues que
de mí emerjan fieles versos.
Nuestra
revolución en el paraíso
entinta
la libertad de áureo, cobalto, sangre
para
engrandecer un cóndor en el firmamento.
Jamás
endeble, jamás extenuada
a nuestra
revolución no podrán romper ni rendir.
Y aunque
los enviciados compren a la prensa
yo
atesoraré en poesía al verde democrático.
Haz de la
patria de mi cuerpo la gran revolución
y serás
amante en supervivencia del colonialismo.
Incluyente
lírica se presenta ante su merced
jefe de
todos los poderes humedece mi altar
bajo mis
rimas la pobreza, en mi piel, se secará.
Por
doquier brillará la sensualidad
soy
revolución y el aliento de la verdad
cortando
con mi seducción el capital.
En esta
lucha elegíaca y epicúrea
pondré
treinta veces la revolución
cuando en
S las granadas amenacen
y osen
liquidar la correa de mi decisión.
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