Fornican
los sufrimientos
mientras
la flauta solloza
la fiel
ruina de una diosa
sobre los
deseos cruentos.
Los relojes
andan lentos
entre pecado
asqueroso
de un
ángel vil y furioso
que nunca
atesora vida
solo la
soledad muida
cuando la
piel se da al pozo.
Es la noche
acribillada
de una
belleza en las cruces.
Por los
asfaltos y luces
está la
flor devastada
con la
plegaria lavada
al
abrirse en rojo rudo.
Puta mía,
ven, pon nudo
en el
corazón malvado
qué ya no
aguanto lo triado
de asirte
en el placer crudo.
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