¿Cuántas
veces?
Fui
lágrima fútil.
¿Cuántas
veces?
Entumí mi
mente.
¿Cuántas
veces?
Sucinto
de impotencia.
En la
obscuridad nimia
una
máscara maléfica
desaparece
lo humano
y deja
rostro a lo malo.
En el
espejo me reflejo
con despiadada
careta
oculto debajo la belleza
por no desgastar
al ángel
entre el
viento perverso.
¿Para qué?
Ocultación
del corazón.
¿Para qué?
Sufrir sin
antifaz.
¿Para qué?
Ser execrable,
cruel.
Si al desechar la apariencia
escondida bajo el disfraz
está
dulcificada una faz
en descaro a la enmienda.
Penitencia
que nunca verá
el dolor
de un condenado
porque
prefiero desfigurar
la cara y
las obediencias
antes de
padecer en otros
semblantes
desalmados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario