Débil,
dependiente, desvalido
me
arrastro entre sus pies
soy
adepto al aciago tacto
de una
vil vulpeja dañina
que
recorre puntadas de lino
en varios
diseños de jergones.
Porque
puede befarse de mí
ser fría
al usarme y desecharme
y aún
sigo implorando consumir
su cuerpo
narcótico en mis venas
para que
ella me inyecte a la gloria
y ser el
resultado de un despojo.
Y no
puedo escapar del dilema
de las alucinaciones
de sus besos
al
quedarme sedado y en blanco
producto
del reproche de la piel
que me hace
turbio en sus vueltas.
En su
alma no existen sentimientos
solo la cruda
hipótesis de su belleza
cuando
lamento poseer sus abrazos
al ser la
adictiva sustancia de placer
al
convertirse en morfina de mujer.
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