Allí
viven, en peluso océano
poniendo
pálida la mirada, de tirria.
Sueltan
feroces tiburones
dispuestos
a morder, con resquemor.
Se
alumbran, entre celosas anguilas
cuando mi
escarcha brilla, en encanto.
Sirenas
de aguas negras
perdieron
las perlas, de concupiscencia.
Incapaces, de entusiasmar a Poseidón
van
secando los corales, con rencor.
Y
mientras, ellas se enfurecen
yo nado
en mares calientes y aplausos.
Sirenas
de aguas negras
podrán
suprimir mis algas, pero no mi clarividencia.
No
existen tronos, en este enorme piélago
porque
las mareas corren, en distinta dirección.
En mis
bellas aguas, aletean coloridos peces
que se
regocijan, en la versatilidad de mi arrecife.
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