Senectud
en coetáneo, aposta el trecho arcaico
al ajarse
esteparia, la piel en loza galga
para desvanecer
la exuberancia de hidalga
y
reflectar, en espejo, al tiempo hecho mosaico.
Acuarelas
han marchitado el tono velico
de una
reina suntuosa y pasión cabalgada
cuando
entre las piernas, enacera resalga
la
voluptuosidad del seductor lapso rico.
Opulenta
adorna las comisuras con gemas
del
recuerdo agostado, donde añoran secas
las
magnolias, una juventud sobre diademas
que envejecen
taraceando con piedras y brecas.
La diosa,
en decadencia, deplora todas las cremas
del remoto y libido muertos, junto a muñecas.
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