EN LAS AGUAS DE ONDINA

Destrucción o salvación no difieren
solo existe magnificencia de encantos
e insigne sensualidad como alicantos.

Seducir e incitar es el naufragio perenne
de zambullirse sin aire, la desnudez mítica
cuando las caracolas engaitan suplicas.

Con besos se ancla el deseo al fuego  
para flotar en una guindola del delirio
sobre el cuerpo hundido de martirio.

El mar nunca soslaya regar la arena 
que zozobra entre perlas a duras ganas
por extasiar la belleza en linfas ufanas.

La humedad se salpica por las sábanas
donde la fruición es la mojada agonía
al irrigar con cataratas la colofonia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario