Sin
importarte mis huesos
esparces
sobre tu cuello
un
suntuoso olor pérfido.
Me
sentencias con colonias
a
desterrar mi amor odorífero
para tú
ser dueña del aire
y mi
eterno almizcle dilecto.
Expelas
las más negras flores
por no
poseer aromáticos besos.
Rocío va
incensar me al lodo
cuando no
atañe mis vahos
que
acarician fragancias
en
ambrosía de tus antojos.
Si bien
estoy calado en tu panacea
jamás voy
a inhalar tu efluvio egoísta.
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