Por hueso
sonido
danzaban
hilos de sangre.
El son
biseló la carne
dejó
inerte los cantos
liberó el
agudo eco del llanto.
Melodía
del óbito
a los
vástagos musicalizó
con
gritos de lágrimas.
Entonaba
la muerte
las notas
del desconsuelo
de una
mujer afinando penas
por
acordes escuchando tristeza.
Calavera
soplaba la flauta
sobre el
fiambre mutis,
el ataúd del
arpegio
tarareo
el quebranto.
Alas
negras, tocaron graves armonías
al
envolver su alma en ceniza.
En medio
del ritmo, del mortal caramillo
mi
hermano, entonó su arpa por última vez
brindándome
dulces solfeos
para
cumplir mis sueños
antes de
oír el flautín, de mi sepelio.
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