¿Dónde
están los tacones
iracundos,
feroces y temerarios?
Qué se
levante la cólera
de
mostachos indignados,
y mi
enojo se agigante
al ver el
rostro del maltrato.
Bestia
enardecida
garras
defensoras.
Malditos,
huyan de mis ojos
mi navaja
no tiene piedad,
con
vesania protejo, al frágil crío.
Es
incesante rabia
vistiéndose
de pecado capital
para
defenderse con venganza
al soplar
la ira del viento
plegando
los arboles
hacia
suelo sereno.
Piedra
incandescente
lava
imperante
incendian
el furor
de intenciones
ardidas
incinerando
el inconsciente.
Somos
todos, disgustados e irritados
golpeando
con duro enfado
a los agravios destructivos.
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