Verter un
pozo de feminidad
sobre mi
cuerpo ofrendado
es el
sublime y tibio germen
donde
desagua la belleza.
Derramar
el venaje sensual
al provocar
a navíos fascinados
que inician
en fluentes de ternura
y
desembocan en laguna sibarita.
Afortunada
por irrigar linfa finura
al
sumergir detalles femeniles
por
cascadas, acciones y voz
son los privilegios
de ser nereida.
Un sacrificio
reposa ahogado,
orgulloso
origen del fontanal
moja
gratificando mi presente
al bañarme en la dicha de mujer.
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