SEÑORA MALBEC

Su espectacular amor de madama
se añeja con casi dos cuartos de siglo
y se riega dura, segura y temeraria
entre todos los tangos argentados.

Su madurez, ya no tiene porcelana facial
pero con esas bellas y vaporosas líneas
poco menos de ciruela, moras y especias
provoca arrebato al deguste de amantes.

Su botella, deja resbalar su vestido
al liberar su añosa escultura, bien puesta
y dar maridaje a su misterio silencioso
con el eterno brillo, de la noche oscura.

Su experiencia sensual es fácil de beber
aunque guarda celosa, trajines en la mirada
enseña contenta su acidez en la plenitud
al doblar poco más, las veinte cepas de pasión.


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